Campo de Investigaciones Lacanianas (C.I.L.) La Plata
1.- Preguntas
Después de Lacan y con Lacan, las preguntas sobre la formación de los
analistas siguen vigentes en su punto más estructural: ¿qué clase de
espacios son los que promueven el pasaje a la posición de analista? ¿se
trata de una posición que alguien adquiere de pleno derecho, ya-ahí, o
depende de la puesta en acto de un discurso?¿es necesario estudiar,
analizarse y supervisar para formarse como psicoanalista, o es una
posición que adviene al final de un análisis? ¿ el fin de análisis
garantiza la existencia de un psicoanalista? ¿Hay analista para todo
caso de la demanda? , etc.
Jacques Lacan produce una serie de
escrituras que, en su carácter de formalización-no-toda, permiten
conducirse a través de la lógica por ellas abierta para continuar en las
vías de un trabajo que, en su puesta en acto, resulte en la producción
efectiva de un saber sobre la estructura – la cual existe por su
reducción a letras : R (real) , S (simbólico) , I (imaginario) - y por
lo tanto, en la elaboración de enunciados acerca de la figura del
psicoanalista.
Con Freud, el psicoanálisis adquirió su estatuto y
consistencia, previendo su continuación en el tiempo a partir del corte
producido por la fundación de la IPA, espacio institucional que, apoyado
en la función del Ideal I (A), produjo analistas como puro efecto de
identificación; la ortodoxia, sostenida a la vez por una estructura de
masa y la ritualidad de la jerga y de la mímica, fue el costo elegido
por Freud para asegurar la perdurabilidad del método analítico.
El
dispositivo elaborado por Lacan - denominado Escuela, en la tradición
de las escuelas de filosofía griegas- fue ideado como alternativa al
funcionamiento de masa, favoreciendo en su dinámica la efectuación de
una posición analizante respecto de las preguntas en las que cada uno se
encuentre sostenido.
2.- Escuela y posición analizante
De
hecho, los lectores de la Proposición de octubre de 1967 sobre el
Analista de la escuela, recordarán que Lacan concibe la formación de
los analistas como efecto de la puesta en forma de dispositivos
(psicoanálisis en extensión), que presenten la misma estructura que el
psicoanálisis en intensión: esto es, la posibilidad de asumir una
posición de psicoanalizante frente a la teoría de la que depende su
formación.
La Escuela constituye un aparato discursivo que:
a)
Repartiendo lugares y funciones permutables en el tiempo, tiende a no
cristalizarse en ningún imaginario – o, al menos, a reducirlo al
límite;
b) De su trabajo conjunto no se espera nada en especial,
salvo que, como en todo discurso, en retroacción a su puesta en marcha
habrá un producto y un efecto de verdad.
El escenario actual del
psicoanálisis en lo que hace a la formación presenta una vez más, de
manera mayoritaria y sintomática, agrupamientos institucionales
afectados por la incidencia del Ideal I(A) que en su ordenamiento
masificado y piramidal -y virando entre el discurso Amo o Univesitario-,
constriñen la emergencia de la producción y el pensamiento.
Nos
preguntamos si resulta posible la puesta en acto de dispositivos que no
se deslicen hacia la estructura de masa y que, sin caer en un mero
procedimiento nominal (donde por anticipado se crea que por llamar
“Escuela” a un agrupamiento, éste funcionará como tal), posibiliten la
puesta en práctica de la lógica de la propuesta lacaniana.
Creemos
que esto es factible en caso de sustituir el significante del Ideal I
(A) - como aquello en derredor de lo cual se ordena un agrupamiento- ,
por la función del Saber-en falta, cuya escritura matematizada
proponemos como: $2 (sujeto barrado subíndice 2).
3.- Campo, espacio éxtimo
A lo Institucional, como territorio cerrado que impone sus límites
bien definidos a todo lo que acontece por dentro o por fuera (sobre
todo en lo que hace a las dicotomías verdadero/falso , miembro/no
miembro , amigo/enemigo , ortodoxia/herejía y tantas otras) , la lógica
desarrollada por Lacan permite construir una alternativa sostenida en
la noción de Campo: lugar que presenta un contorno delineado por
ciertas coordenadas y mojones, pero que no constituye un espacio cerrado
– en ninguno de los sentidos : simbólico, imaginario, real -.
Las
premisas en función de las cuales es posible recuperar el término Campo
para designar un colectivo de analistas, pueden encontrarse en los
textos institucionales de Lacan, más precisamente en “Decolaje o
Despegue de la Escuela” ( 11/3/80) y “El Señor A. “
La noción de
campo permite la puesta en práctica del concepto de extimdad, donde lo
exterior-interior se articulen en un movimiento moebiano que sostenga su
dinámica en la no-consistencia de las identificaciones, esto es : ni
masa ni fraternidad, sino permutación continua de lugares y funciones.
Es decir que resulta factible la puesta en marcha de un dispositivo que
no se estructure de manera piramidal y en el que la burocracia se vea
reducida a su mínima expresión, en la medida en que el deseo- de -saber
sea se constituya en el pilar que regule los intercambios.
4.- Investigación y deseo de saber
Esta estructura éxtima, no piramidal y no burocrática, basada en la
lógica del no-todo propuesta por Jacques Lacan, habilita una posición
frente al saber que implica el cuestionamiento y relativización de
cualquier ortodoxia – propia del discurso religioso-, en favor de lo que
en el discurso científico, del que procede el psicoanálisis, se
denomina investigación , perspectiva desde la que las preguntas tienen
tanto o más valor que las respuestas.
Investigar es menos un procedimiento académico que una posición subjetiva frente al saber y la verdad.
Es por ello que, en contraposición a lo institucional, cuyo
funcionamiento burocrático se cristaliza en el automatón del dictado de
clases y cursos en los que el saber circula cosificado, en forma de
respuestas definitivas y como un producto acabado, la noción de campo
propicia un flujo de intercambios basados en aquello que Michel
Foucault denomina “control de investigación”, en los que la
transferencia de trabajo es el lazo que permite suscitar el deseo de
saber en torno al saber-en-falta – como punto de fuga en el horizonte- .
5.- La función del socio (socius)
Para esto, la pertenencia al dispositivo no se apoyará en las nociones
tradicionales de “miembro”, “adherente” u otras designaciones que
determinen cortes taxativos entre interior/exterior , sino en la
función del término latino “socio” - socius, del que extraemos los
favores de su significación etimológica: asociado, aliado, compañero.
Esta función del socius será el engranaje que favorezca los movimientos
del saber y la verdad en una dialéctica que no imponga lugares fijos
ni pre-establecidos (alumno/profesor, etc) que conlleven a cristalizar
consistencias imaginarias.
De este modo, partiendo del valor que
presenta el recorrido hecho y por hacer de cada socio y que en cuanto
tal será des-semejante al de cualquier otro, se pondrá de relieve la
dimensión fundamental del psicoanálisis en intensión : lo singular, que
se desprende de la noción de sujeto.
Desde la perspectiva, entonces,
de un dispositivo estructurado como campo de investigación y basado en
la función del socio que ubica en primer plano lo singular, no resulta
esperable algún resultado que implique una enunciación colectiva que se
convierta en doctrina u ortodoxia.
Ningún objetivo de conjunto,
pues, salvo la responsabilidad aceptada de participar de la función del
socius en cuanto al saber-en –falta , así como no habrá, del trabajo que
cada uno esté dispuesto a realizar en el dispositivo, un beneficio de
formación que pueda calcularse por anticipado : sólo la certidumbre de
un trabajo por hacer, signado por el deseo.
6.- Una ética de lectura
En cuanto a la puesta en acto del dispositivo, y al no contemplar el
automatismo del dictado de clases o cursos, se efectuará en base a
reuniones de control de investigación, en las que cada socio irá
presentando el resultado siempre parcial de su trabajo alrededor de los
textos sobre los que el conjunto se decida investigar.
Si el acto
de investigar tiene su punto de partida en la presunción de un
saber-en-falta, entonces no habrá otra meta más que forjar una
determinada posición frente a los textos, basada en el deseo de saber y
la rigurosidad en el abordaje, en definitiva, la construcción de una
ética de lectura en una comunidad de trabajo.
La Plata, Marzo de 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario