Primera sesión, 21/11/72 “Del goce” (Parte 1)
Reseña: Sebastián Sica
-1- Contexto
La primera sesión del seminario se
desarrolla el martes 21 de noviembre de 1972 en la Facultad de Derecho, sitio
al que se había trasladado el seminario desde el seminario 17, El reverso del
psicoanálisis.
En el año 1964 Lacan había fundado la
Escuela Freudiana de París; tres años más tarde, escribe “Proposición de
octubre de 1967…” en la que propone el procedimiento del pase, lo cual motivó
una serie de renuncias y movimientos internos muy fuertes en el seno de la EFP.
En ese clima institucional, al que se
sumaba la publicación de los Escritos en el año 1966 y la creciente notoriedad internacional
de la persona de Lacan, Jacques-Alain Miller le propone en
el año 1972 la publicación de sus seminarios.
Lacan acepta la propuesta, y por lo
tanto durante el transcurso de ese año emprende la tarea de releerse, a los
fines de publicar el seminario 11, Los conceptos fundamentales del
psicoanálisis.
La sesión comienza entonces con una
referencia de Lacan a esas relecturas, en particular la del seminario 7, La
ética del psicoanálisis, respecto del cual va a afirmar que en el transcurso
logró darse cuenta de que su avance estaba marcado por el “no quiero saber nada
de eso”, y que ahora tiene algo más para decir sobre el asunto.
Lacan sostiene que hablará del goce,
agregando que “para ello voy a suponerlos en la cama” y de lo que en el derecho
queda velado, “el abrazarse”.
Hace una referencia al goce en tanto
usufructo como noción del derecho, esto es “repartir, distribuir lo que concierne
al goce”.
Luego de afirmar que “el goce es una
instancia negativa”, vuelve sobre algunas referencias del seminario 7, “para
mostrar el deslizamiento que se produjo, desde la ética a Nicómaco de
Aristóteles, en el plano de la ética.”
“Deslizamiento que no es un progreso”
dirá Lacan, y que va de Aristóteles a Freud, pasando por Bentham, en cuanto a
la cuestión del Soberano Bien.
-2- Aristóteles y el Soberano Bien
El deslizamiento al que hace
referencia Lacan consiste en el cambio de la consideración respecto del
Soberano Bien: para Freud, “nada en el macrocosmos ni en el microcosmos está
preparado para la felicidad” (Malestar en la cultura), mientras que para
Aristóteles la existencia del Soberano Bien no es algo cuestionado.
Aristóteles sistematiza y precisa la
noción del bien en la Ética a Nicómaco (1994
[322 a.C.]: 1-10), como aquello a lo
cual todas las cosas tienden. El bien cobra un aspecto
relacional y se vuelve menos
sustancial; se constituye en una ordenación gradual de
medios y fines para las diversas
actividades y obras humanas, considerando que la
elección de determinado fin será lo
bueno y lo mejor. La política para Aristóteles será el
medio principal para procurar y
preservar el bien del hombre, al tener como fin preservar
el bien de la ciudad.
Para Aristóteles, el bien al que la
política aspira, y el cual es supremo entre todos
los bienes que pueden realizarse, es
la eudaimonía, la felicidad (1994: 3); y aunque no se
encuentra una noción común o universal
que aplique para todos los casos, se refiere a
ésta de manera general: ―La felicidad
es lo más deseable de todo; algo perfecto y
suficiente, ya que es el fin de todos
los actos ―La elegimos siempre por ella misma y nunca por otra cosa.
Lacan va a asociar esta versión de la
ética con los desarrollos de la Psicología del Yo en cuanto a la existencia del
“objeto adecuado” y una dirección de la cura basada en el acceso a “una
relación sexual madura”.
-3- Jeremy Bentham y la Teoría de las
Ficciones
Teoría de las Ficciones es el nombre con que C.K. Ogden editó en
1832 los textos fechados por
Bentham entre 1813 –1821.10 Edición
póstuma el mismo año de su muerte.
Es en conjunto la lógica que él creó y que tiene como objeto el examen y la
claridad de vínculos entre lenguaje,
pensamiento y acción.
El hecho mismo de haber creado las entidades
reales y ficción
le permite proponerlas como método de control y análisis del lenguaje,
considerándolas un instrumento de comunicación del deseo, de la formación de
ideas y de los actos.
Su hipótesis es que el lenguaje es él mismo una Ficción.
Bentham, en cuanto a lo que nos interesa para leer el seminario
20, distingue entonces entidades reales y entidades ficticias. “Una entidad
está designada por un sustantivo que siempre está relacionada con una sustancia
real”
Una entidad real es aquello
que percibimos, las cosas a las que le reconocemos una existencia real dada por
las percepciones. Los humanos las reconocemos por los sentidos; es aquello de
lo que hablamos porque constatamos su presencia.
Benthan la ejemplifica del siguiente modo: Una entidad real es un cuerpo.
Benthan la ejemplifica del siguiente modo: Una entidad real es un cuerpo.
Una entidad
ficticia es aquella que en la forma gramatical del discurso se le
asigna una existencia –nombrándola- pero no quiere decir que ella exista como
tal, esta implícita en el lenguaje, pero no hay materialidad donde contenerla.
Por ejemplo las facultades de la mente: el razonamiento y la reflexión son no reales,
se infieren a partir de una cadena de razonamiento.
El punto a retener es que si bien no hay materialidad para las
entidades ficticias, no por ello dejan de tener existencia. “La Verdad tiene
estructura de ficción”, dirá Lacan en su recordada y repetida frase.
-4- Freud, el placer y el Soberano Bien.
En el seminario 7 Lacan dirá que “En Aristóteles y en Freud el
problema es el de la existencia del Soberano Bien”, pero que a partir de Freud
hay un cambio en la dimensión ética, propiciado por el intervalo que entre
ambos introdujo Bentham con la teoría de las ficciones.
Lo novedoso es que Freud por un lado sitúa al placer y el bien del lado de lo simbólico, y por otro, sostiene
que “nada está preparado en el microcosmos ni en el macrocosmos para la
felicidad.”
Para Aristóteles el placer no puede ser cuestionado dado que es
natural, mientras que Freud diferencia el placer del Bien.
Desde el Proyecto de una psicología para neurólogos, para Freud el
placer no tiene una referencia natural o biológica sino que está ligado a la
experiencia de satisfacción en la que se busca una “identidad de percepción”,
un reencuentro imposible con una primera marca.
La experiencia de satisfacción está enteramente suspendida del
Otro y no está involucrado el organismo. El prójimo es “lo marginal y lo
similar, la separación y la identidad, es lo extranjero siendo lo más íntimo”.
En la experiencia de satisfacción se advierte que la relación al
placer esté mediada por el objeto perdido y el Otro.
Lacan utilizará el Das Ding, La Cosa, para designar con Freud al
primer exterior, “el Otro absoluto del sujeto”. En seminarios posteriores, será
el lugar del objeto a.
Por lo tanto, el Das Ding se presenta como el término extranjero
alrededor del cual gira el movimiento del principio del placer, pero acentuando
que el objeto perdido se buscará infructuosamente en el prójimo, el campo del
Otro.