miércoles, 10 de abril de 2019

Apuntes de lectura del Seminario 20, Encore - Aún


Primera sesión, 21/11/72  “Del goce” (Parte 1)

Reseña: Sebastián Sica

-1- Contexto

La primera sesión del seminario se desarrolla el martes 21 de noviembre de 1972 en la Facultad de Derecho, sitio al que se había trasladado el seminario desde el seminario 17, El reverso del psicoanálisis.

En el año 1964 Lacan había fundado la Escuela Freudiana de París; tres años más tarde, escribe “Proposición de octubre de 1967…” en la que propone el procedimiento del pase, lo cual motivó una serie de renuncias y movimientos internos muy fuertes en el seno de la EFP.

En ese clima institucional, al que se sumaba la publicación de los Escritos en el año 1966 y la creciente notoriedad internacional  de la persona  de Lacan, Jacques-Alain Miller le propone en el año 1972 la publicación de sus seminarios.

Lacan acepta la propuesta, y por lo tanto durante el transcurso de ese año emprende la tarea de releerse, a los fines de publicar el seminario 11, Los conceptos fundamentales del psicoanálisis.

La sesión comienza entonces con una referencia de Lacan a esas relecturas, en particular la del seminario 7, La ética del psicoanálisis, respecto del cual va a afirmar que en el transcurso logró darse cuenta de que su avance estaba marcado por el “no quiero saber nada de eso”, y que ahora tiene algo más para decir sobre el asunto.

Lacan sostiene que hablará del goce, agregando que “para ello voy a suponerlos en la cama” y de lo que en el derecho queda velado, “el abrazarse”.

Hace una referencia al goce en tanto usufructo como noción del derecho, esto es “repartir, distribuir lo que concierne al goce”.

Luego de afirmar que “el goce es una instancia negativa”, vuelve sobre algunas referencias del seminario 7, “para mostrar el deslizamiento que se produjo, desde la ética a Nicómaco de Aristóteles, en el plano de la ética.”

“Deslizamiento que no es un progreso” dirá Lacan, y que va de Aristóteles a Freud, pasando por Bentham, en cuanto a la cuestión del Soberano Bien.

-2- Aristóteles y el Soberano Bien

El deslizamiento al que hace referencia Lacan consiste en el cambio de la consideración respecto del Soberano Bien: para Freud, “nada en el macrocosmos ni en el microcosmos está preparado para la felicidad” (Malestar en la cultura), mientras que para Aristóteles la existencia del Soberano Bien no es algo cuestionado.

Aristóteles sistematiza y precisa la noción del bien en la Ética a Nicómaco (1994
[322 a.C.]: 1-10), como aquello a lo cual todas las cosas tienden. El bien cobra un aspecto
relacional y se vuelve menos sustancial; se constituye en una ordenación gradual de
medios y fines para las diversas actividades y obras humanas, considerando que la
elección de determinado fin será lo bueno y lo mejor. La política para Aristóteles será el
medio principal para procurar y preservar el bien del hombre, al tener como fin preservar
el bien de la ciudad.

Para Aristóteles, el bien al que la política aspira, y el cual es supremo entre todos
los bienes que pueden realizarse, es la eudaimonía, la felicidad (1994: 3); y aunque no se
encuentra una noción común o universal que aplique para todos los casos, se refiere a
ésta de manera general: ―La felicidad es lo más deseable de todo; algo perfecto y
suficiente, ya que es el fin de todos los actos ―La elegimos siempre por ella misma y nunca por otra cosa.

Lacan va a asociar esta versión de la ética con los desarrollos de la Psicología del Yo en cuanto a la existencia del “objeto adecuado” y una dirección de la cura basada en el acceso a “una relación sexual madura”.

-3- Jeremy Bentham y la Teoría de las Ficciones

Teoría de las Ficciones es el nombre con que C.K. Ogden editó en 1832 los textos fechados por 
Bentham entre 1813 –1821.10 Edición póstuma el mismo año de su muerte.
 
Es en conjunto la lógica que él creó y que tiene como objeto el examen y la claridad de vínculos entre lenguaje, pensamiento y acción.
 
El hecho mismo de haber creado las entidades reales y ficción le permite proponerlas como método de control y análisis del lenguaje, considerándolas un instrumento de comunicación del deseo, de la formación de ideas y de los actos.

Su hipótesis es que el lenguaje es él mismo una Ficción.

Bentham, en cuanto a lo que nos interesa para leer el seminario 20, distingue entonces entidades reales y entidades ficticias. “Una entidad está designada por un sustantivo que siempre está relacionada con una sustancia real”

Una entidad real es aquello que percibimos, las cosas a las que le reconocemos una existencia real dada por las percepciones. Los humanos las reconocemos por los sentidos; es aquello de lo que hablamos porque constatamos su presencia.
Benthan la ejemplifica del siguiente modo: Una entidad real es un cuerpo.

Una entidad ficticia es aquella que en la forma gramatical del discurso se le asigna una existencia –nombrándola- pero no quiere decir que ella exista como tal, esta implícita en el lenguaje, pero no hay materialidad donde contenerla.
 
Por ejemplo las facultades de la mente: el razonamiento y la reflexión son no reales, se infieren a partir de una cadena de razonamiento.

El punto a retener es que si bien no hay materialidad para las entidades ficticias, no por ello dejan de tener existencia. “La Verdad tiene estructura de ficción”, dirá Lacan en su recordada y repetida frase.

-4- Freud, el placer y el Soberano Bien.

En el seminario 7 Lacan dirá que “En Aristóteles y en Freud el problema es el de la existencia del Soberano Bien”, pero que a partir de Freud hay un cambio en la dimensión ética, propiciado por el intervalo que entre ambos introdujo Bentham con la teoría de las ficciones.

Lo novedoso es que Freud por un lado  sitúa al placer y el bien  del lado de lo simbólico, y por otro, sostiene que “nada está preparado en el microcosmos ni en el macrocosmos para la felicidad.”

Para Aristóteles el placer no puede ser cuestionado dado que es natural, mientras que Freud diferencia el placer del Bien.

Desde el Proyecto de una psicología para neurólogos, para Freud el placer no tiene una referencia natural o biológica sino que está ligado a la experiencia de satisfacción en la que se busca una “identidad de percepción”, un reencuentro imposible con una primera marca.

La experiencia de satisfacción está enteramente suspendida del Otro y no está involucrado el organismo. El prójimo es “lo marginal y lo similar, la separación y la identidad, es lo extranjero siendo lo más íntimo”.

En la experiencia de satisfacción se advierte que la relación al placer esté mediada por el objeto perdido y el Otro.

Lacan utilizará el Das Ding, La Cosa, para designar con Freud al primer exterior, “el Otro absoluto del sujeto”. En seminarios posteriores, será el lugar del objeto a.

Por lo tanto, el Das Ding se presenta como el término extranjero alrededor del cual gira el movimiento del principio del placer, pero acentuando que el objeto perdido se buscará infructuosamente en el prójimo, el campo del Otro.